jueves, 27 de septiembre de 2007

Revista Ciudad- Arquitectura/ PLC

Guillermo Jullian de la Fuente, arquitecto

"LAS OBRAS SON LOS TERRITORIOS"

Ha construido sus obras con la misma pasión con la que ha vivido. De su experiencia de trabajo con Le Corbusier y su paso por París y Estados Unidos, Guillermo Jullian de la Fuente (76) nos cuenta algunos hitos de su vida y su trayectoria, desde el sello que le ha dejado Valparaíso, una ciudad que lo vio partir y regresar a su tierra natal.

Por Paulina Orellana Ríos

Valparaíso: punto de partida

"Yo no sé si es un poco la educación mía, pero yo nunca me he considerado arquitecto en el sentido de arquitecto profesional. Lo que hago es casi una actitud a partir de las cosas que me he ido encontrando en la vida y que me han ido formando la continuidad de lo que he hecho. Por eso casi mi arquitectura más que edificios es una especie de collage de experiencias. He tenido la suerte de haber entrado a la Católica cuando se formó y todavía no había ninguna regla que dijera "esto es escuela".
Cuando llegué, el primer proyecto que nos dieron era ver una fotografía de una casa en Valparaíso y había que buscarla. Partimos, éramos como sesenta y bueno, algunos se perdieron en el camino pero yo, anda saber si el diablo se fue a meter entre las patas, yo empecé a trabajar con eso. Cada uno empezó a hacer su propio camino.
De los 10 años que estuve en la escuela, hacíamos proyectos y la verdad es que no sabíamos mucho a dónde íbamos. Llegó un día en que le dije a Alberto Cruz: "Lo siento, me voy". Además que esto de la política, le dije, a mí no me interesa. Mi viaje a Europa yo lo tenía más o menos preparado".

Europa y Le Corbusier

"Hice la memoria, la colgué en la escuela, y me mandé a cambiar a Europa al otro día. Los profesores dijeron: "Eres un arquitecto" y partí. Ya tenía en mi cabeza la idea de trabajar con Le Corbusier, me iba preparando mentalmente para eso. En el fondo mucho de lo que aprendí en la Católica me sirvió para trabajar con él. Porque a él por ejemplo, le cargaba esto de que dijeran que era "arquitecto". Él era un personaje que no tenía nombre. Llegué con esta especie de obertura, de "lo que me toca, me toca", venía preparado para encontrarme con situaciones distintas a las que me tenía que adaptar y ahí fue como me empecé a comunicar con Le Corbusier fácilmente. Yo no venía arquitectónicamente preparado con mañas y era un momento en que dejó a los arquitectos que trabajaban con él, porque encontraba que estaban demasiado viciados.

La preparación que entregaba la Católica de Valparaíso era sobretodo de una mentalidad poética, entonces tú no llegabas con conocimiento. El hecho de llegar sin conocimiento era lo que me salvó. Le Corbusier era una persona que nunca se fijó en las reglas, pero esto es en general, no estoy diciendo que todo el mundo tenga que hacer lo mismo. Estuve seis meses con él.
Él no usaba los métodos convencionales. Tenía una manera de hacer que era medio irracional en ese sentido. Pero en general, sabíamos lo que estábamos haciendo. Cuando hicimos el Hospital de Venecia, donde yo estaba a cargo, hice las maquetas a escala natural. Construí seis piezas en cartón. Es que antes como que no valía la pena hacer planos. Uno llegaba y decía: "Ya, aquí y acá, oye te quedó chueca la muralla" (risas). Hoy día eso no se puede hacer. Uno más o menos se adaptaba a las circunstancias, era otra realidad. En mi tiempo, un arquitecto era como un gallo que trabajaba en la obra. Entonces uno vivía en la obra. Después fueron cambiando las cosas. Cuando murió Le Corbusier (1965), yo me sentí huérfano, porque mientras estaba con él, tenía el día lleno y uno sabía por dónde iba, uno tenía como una guía. Pero ese día, dije: "Y qué hago ahora". Toda la arquitectura de Le Corbusier está llena de gestos que tienen que ver con la manera de pensar. Él era un hombre profundamente religioso, en el sentido de religiosidad personal".

Team 10

"Mira, es que hay muchas cosas paralelas que van funcionando, porque toda arquitectura mía es un problema de vida en el fondo. Son cosas que me han tocado vivir. He tenido la suerte, primero de haber trabajado con Alberto Cruz, con Jaime Villalta y los amigos de Valparaíso, segundo el hecho de que me fui y trabajé con Le Corbusier, tercero, que me tocó llegar a Francia en un momento en que se estaba en la revolución de los estudiantes, al mismo tiempo empecé a enseñar en Estados Unidos y tuve mucha interacción. Después en Europa estuve participando en el Team X, donde los fundadores eran Georges Candilis, Peter Smithson, ese tipo de gente y yo los conocía a todos, era como el más cabro en realidad. Me tocó estar muy cerca de ellos, sobre todo de Shadrach Woods que era irlandés y a los dos nos gustaba el whisky (risas). Poco a poco se fueron muriendo todos, ya me ha tocado enterrar como tres y quedan dos de la primera camada. Yo, que estaba a cargo del Hospital de Venecia, que fue como mi tarjeta de entrada al Team X y (Manfred) Schiedhelm, que hizo la Universidad Libre de Berlín, que está todavía vivo. Éramos casi como un grupo de boyscouts que se juntaban en lugares exóticos para conversar sobre cosas en general. Ahí estábamos con el Team X, preguntándonos cómo hacer un edificio sin que se rompiera la unidad formal. Había que repensar todo, la manera de hacer las cosas.

Empezamos a estudiar la matemática nueva, la teoría de los conjuntos, todas las cosas que van armando. Era un sistema de pensamiento más activo. El Team X fue revolucionario y nos preguntábamos por qué un proyecto que se hace en Estocolmo tiene que ser igual a un proyecto de Portugal. Empezamos a explorar esto, y llegábamos a los problemas de ciudad".

EE.UU: laboratorio de ideas

"Estados Unidos para mí fue como una terapia de vacaciones. Mientras estuve en París tuve una actividad bastante fuerte y estar en Estados Unidos era como respirar. En París me tocó la revolución parisina era toda una mentalidad que cambió y llegué a Estados Unidos y me encontré con los hippies. Llegaban estudiantes que parecía que venían de la prehistoria con unas barbas y fumando marihuana (risas). Fue un choque cultural requetecontra fuerte. Además uno ahí se desenfoca y en París sigue una especie de continuidad histórica. Todo lo que uno hace tiene una cola. Tú miras los proyectos hacia atrás y desde ahí puedes avanzar, uno tiene un apoyo. Tú llegas a Estados Unidos y te toca hacer un proyecto con cara de elefante o Mickey Mouse y no hay ningún choque cultural, no hay una trayectoria. Eso pasa que por ejemplo en cada universidad, hay distintas mentalidades. En cada parte, hay una frescura".
(...)

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domingo, 26 de agosto de 2007

Revista Vive! /Práctica PLC

Ligas, programa de fútbol Femenino en Vive! Deportes

EN LA CANCHA SE VEN LAS GALLAS

Desde hace un tiempo que el fútbol también se juega entre tacones y faldas. El programa Ligas de Vive! Deportes entrega cobertura completa de todo lo que ocurre en esta rama del deporte rey en Chile y Claudia Camus, conductora del espacio, nos cuenta por qué el jogo bonito también lo pueden practicar ellas.

Por Paulina Orellana Ríos


El 5 de junio de 1991 quedó grabado en la historia del fútbol chileno y en una persona en particular. ColoColo había vencido por 3 a 0 a los uruguayos de Olimpia, se coronaba campeón de la Copa Libertadores de América y entre los miles que festejaban en el país, estaba Claudia Camus (25), que por ese entonces recién comenzaba a tomarle el gusto al juego de once jugadores. Actualmente, además de ser la conductora del programa Ligas, que transmite Vive! Deportes, compite con el número 9 en dos ligas, es la goleadora en ambos equipos y aquí nos cuenta por qué el fútbol es su hobby más desafiante.


¿Cómo empezó tu gusto por el fútbol?

Bueno, yo empecé a jugar desde chiquitita, cuando tenía como 10 años. Veíamos todos los partidos con mi hermana y también teníamos muchos amigos en el edificio que jugaban fútbol y obviamente a esa edad, como que las mujeres se ponen más en onda con los hombres, en vez de que ellos jueguen a las barbies, y ahí aprendimos a jugar. Además iba en un colegio de mujeres y de monjitas entonces obviamente en ese tiempo era bien rechazado el tema y era bien discriminado. Jugábamos en el recreo y nos quitaban las pelotas. Fue una etapa bien sufrida y éramos como las rebeldes. Es que no entendíamos por qué no se podía jugar, si al final era un deporte más y lo pasábamos bien.

¿Te han llegado comentarios de hombres sobre partidos de fútbol de mujeres?

Sí, me han llegado y ahora último han sido buenos. De hecho, hace cinco años atrás, me visualizaba como jugaba y de repente invitaba a mis compañeros de carrera a que nos apoyaran pero el típico comentario que hacían los hombres era “ oye, y cuándo el cambio de camiseta y la pará de pechito” y puras tonteras. En cambio ahora, un hombre disfruta viendo el fútbol y eso me lo han dicho mucho más seguido. Te comentan como de igual a igual y tu ves que el fútbol es uno de los deportes más importantes del país y qué bueno que las mujeres también puedan ser parte de eso y comentar los partidos que se juegan. Al final esto hace que los hombres y las mujeres se unan y puedan compartir otra cosa más.


¿Desde cuándo crees que empezó este cambio de actitud?

Creo que hace dos años atrás empezó el interés como real por el fútbol de mujeres. El tema de que seamos sede del Mundial Sub 20 que se va a realizar el 2008, también es súper importante para darnos cuenta de lo importante que es el fútbol femenino a nivel internacional. Ahí te das cuenta que no es una moda de Chile, si no que es un avance mundial que está dando que hablar. Y uno piensa, por qué no podemos las mujeres sacar la cara por Chile con este deporte. Tenemos las capacidades, sólo falta explotarlas.

¿Crees que el hecho de que la Presidenta Bachelet tenga una hija futbolista ha influido en las gestiones para un avance en esta práctica?



La Presidenta ha apoyado un montón. Y yo creo que antes de ser Presidenta, ya sabía algo de la realidad del fútbol femenino por su hija, entonces es parte de su vida. Y entonces claro que ayuda porque hace que se apasione mucho más para que esta cosa resulte y hace que ella, como Presidenta, tenga la mentalidad abierta para considerar el tema y que se pongan fondos para mejorar la infraestructura de los estadios. Si tuviéramos un Presidente machista, no creo que hubiera dado este apoyo a las futbolistas, porque no le hubiera dado importancia.


¿Qué crees que falta por hacer en el fútbol femenino en Chile? Mayor difusión, organización...

Falta sobre todo organización. Que se la crean más. El tema de cómo eligen a las niñas para la Selección, por ejemplo. Me llamó mucho la atención cuando un día fui a la ANFP por un asunto, y estaban eligiendo a la Sub 14 para un mundial, ya que no teníamos a nadie. Y organizaron una especie de campeonato para elegirlas, donde invitaron a jugar ¡y las eligieron el mismo día para formar una selección! Hay miles de niñas que a lo mejor no las van a ver en alguna liga acá en Santiago, pero son realmente talentosas y creo que ahí no están puestos los ojos. Falta investigar en otras zonas de Chile. Quién sabe que una niña de Puerto Varas puede ser la mejor futbolista del país, pero acá ni siquiera se le conoce. Entonces es bueno también que en el ámbito regional se busquen los nuevos talentos.

El hobby favorito

¿Qué es lo particular del fútbol femenino?

Creo que se ve realmente una pasión. Las niñas que lo practican están dispuestas a pagar por el acceso a las canchas y poder jugar. Los equipos sean malos o buenos, se juntan para pasarlo bien, vivir un buen momento y practicar el deporte que les gusta y eso te motiva, porque no tienes por qué ser tan seca tampoco. Además en nuestro fútbol no hay tanta mala intención ni tantos garabatos porque somos más “femeninas”. Ninguna mujer te va a pegar por mala leche, generalmente es un problema de descoordinación. Eso igual es diferente de los hombres, que son mucho más bruscos.

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